La
fuerza muscular se define “como la
capacidad de los músculos, o un grupo de músculos de producir una contracción
voluntaria máxima” y, depende de manera general, de aspectos como la el
ángulo de la articulación, el ángulo de penneación de las fibras musculares, el
grupo muscular implicado y el tipo de movimiento, así como de factores neurales
(Schoenfeld, 2010).
El
entrenamiento de fuerza desarrolla, de manera general, la sincronización a
nivel neural intra e inter-muscular, la mayor velocidad de contracción e
hipertrofia de las fibras musculares (aumento del área de sección transversal),
principalmente de las fibras de contracción rápida (FT) y, una de las formas
más comunes de poder entrenar y desarrollar la fuerza, potencia e hipertrofia
muscular es el entrenamiento con sobrecargas (Kraemer and Ratamess, 2004;
Schoenfeld, 2010).
Una
de las manifestaciones de la fuerza, la potencia mecánica, se define como “la fuerza multiplicada por la velocidad de
movimiento (P = F x v)” y es conocida en el ámbito científico-deportivo
como potencia muscular. Puesto que es
resultado de la aplicación de fuerza y velocidad, algunos autores indican
que ambas manifestaciones deben ser
desarrolladas durante el entrenamiento (Baker and Newton, 2009; Kawamori and
Haff, 2004). Autores como Cormie,
McGuigan y Newton, (2011), indican que
la potencia muscular es un factor clave en la mejora del rendimiento deportivo,
especialmente en deportes donde la fuerza explosiva y la velocidad de
movimiento son factores de rendimiento determinantes. Estas acciones han sido
descritas como aquellas que implican
lanzamientos, saltos o cambios de dirección (Newton and Kraemer, 1994).
El
desarrollo y trabajo de la potencia muscular, durante el entrenamiento con
sobrecargas, se puede generar a diferentes intensidades, ya que es recogido en
la bibliografía que se puede desarrollar en una gran variedad de cargas desde
el 0 al 90% del 1RM (Kawamori et al., 2005).
Sin embargo, la máxima potencia que podemos realizar se encuentra en un
punto donde la relación entre fuerza y la velocidad son máximas (Cronin and
Sleivert, 2004). Algunos autores defienden este punto, que en la literatura es
conocido como “Optimal Load”, como la
carga más efectiva para mejorar la potencia muscular y el rendimiento
especifico en deportes que precisen de esta capacidad (Cormie et al., 2011;
McBride, Triplett-McBirde, Davie and Newton, 2002; Thomasson and Comfort,
2012). Una de las ventajas que tiene esta carga es que obtiene mejoras
principalmente a nivel neuromuscular como son los aspectos relacionados con la
coactivación, co-contracción y coordinación intermuscular (Kawamori and Haff,
2004) y además ha sido demostrado que los entrenamientos con esta carga son
efectivos para la mejora el rendimiento cuando lo comparamos con entrenamiento
ante cargas altas (Thomasson and Comfrot, 2012).
Además
en el entrenamiento de potencia existen otras variables que inciden
directamente en el rendimiento y hay que tener en cuenta a la hora del diseño y
prescripción del entrenamiento, tal es el caso de la naturaleza del ejercicio,
el número de series y repeticiones y el tiempo de descanso.
Numero de repeticiones y series
Son
recogidos en diferentes estudios recomendaciones generales sobre los
componentes de la carga de entrenamiento, tasando de manera global y sin un
profundo conocimiento de cómo pueden afectar las variables anteriormente
explicadas. Estas recomendaciones establencen en torno a 4-5 series de 1 a 5
repeticiones con cargas entre el 70-90% 1RM (Thomasson and Comfort 2012), 2 a 5
repeticiones con cargas entre el 30-60% 1RM y 10-20 repeticiones con 25-50% 1RM
(Baker and Newton, 2007). También encontramos este tipo de recomendaciones en así
diferentes manuales de entrenamiento en los que encontramos 1-2 repeticiones
con 80-90% del 1RM si nuestra modalidad es de un solo esfuerzo (ej:
halterofilia) o entre 3-5 repeticiones 75-85% del 1RM si es de varios esfuerzos
repetidos (Earle y Beache, 2008).
Respecto
al número de repeticiones como dogma se estipula que en el entrenamiento de
potencia se debe cesar una vez se haya descendido de un 90-95% de la máxima
producción de potencia (Thomasson and Comfort, 2012; Baker and Newton 2007;
Baker, Nance and Moore 2001). Este aspecto ha sido objeto de numerosas
investigaciones con el objetivo de optimizar el entrenamiento y conocer de
forma más concreta cómo afecta esta variable. Por ejemplo, se ha estudiado el número de repeticiones que
se deberían realizar, utilizando la carga optima, en diferentes ejercicios como
Bench Press Throw y Jump Squat, siendo estas entre las 2 y las 5 (hasta
descender por debajo del 90-95%) (Baker and Newton, 2007).
Estas
recomendaciones respecto a la perdida máxima “permitida” durante el
entrenamiento de potencia se basa en el estudio de Tidow (1995), en el que tras
analizar el ejercicio de press de banca con diferentes tiempos de recuperación
entre repeticiones, estipula que el entrenamiento basado en la fuerza-velocidad
(potencia) no debería obtener perdidas mayores a un 5-10% respecto a la máxima
realizada, ya que podría modificar el efecto del entrenamiento hacia la
resistencia y estimular las fibras lentas y la transformación de fibras IIb y
IIa.
Y
aunque si existen numerosos trabajos que han estudiado de forma crónica las
adaptaciones a diferentes métodos de entrenamiento para desarrollar la potencia
tanto del tren superior (Kawamori and Haff, 2004; Izquierdo, Häkkinen,
Gonzalez-Badillo, Ibañez and Gorostiaga, 2002), como del tren inferior (Cormie,
McCaulley and McBride 2007; Chelly, Fathloun, Cherif, Amar, Tabka and Praagh,
2009; Chelly, Ghenem, Abid, Hermassi, Tabka and Shephard, 2010; McBride,
Triplett-McBride, Davie and Newton, 2002) , no existe conocimiento sobre las
respuesta agudas en diferentes variables mecánicas o metabólicas al completar
un número de series determinado (ej: 3-4) con un diferente número de
repeticiones y cargas (ej: -10%, 15%, 20% de perdida, carga optima, cargas altas
o bajas).
Naturaleza del ejercicio
Respecto
a la naturaleza del ejercicio, los ejercicios balísticos son aquellos en los
que “la aceleración es continua durante
todo el movimiento y la fase de desaceleración es eliminada proyectando o
lanzando al finalizar el mismo” (Newton, Kraemer, Häkkinen, Humphries and
Murphy, 1996) han sido descritos como
los más efectivos para desarrollar la potencia muscular en comparación
con ejercicios tradicionales que cuentan, sobre todo a cargas ligeras, con una
fase de “braking” o desaceleración de la barra (Zaras et al., 2013). Además estos ejercicios maximizan la
producción de potencia muscular cuando los comparamos con ejercicios
tradicionales, ya que ha sido demostrado en diferentes ejercicios como en Bench
Press Throw que se obtiene mayores picos de potencia con respecto a un Bench
Press (Newton, Murphy, Humphries, Wilson, Kraemer and Häkkinen, 1997) .
En
los valores máximos de producción de potencia muscular existe también una
relación directamente proporcional según el número de articulaciones implicadas
en el movimiento así como la masa muscular,
encontrando grandes diferencias entre los ejercicios olímpicos,
multi-articulares y mono-articulares (McBride, Cormie & McCaulley, 2008;
Kawamori, Crum, Blumert, Kulik, Childers, Wood, Stone and Haff, 2005)
Tiempo de recuperación
En
cuanto al tiempo de descanso, ha sido estudiado su efecto respecto a diferentes
variables cómo son el aumento de ácido láctico (Denton and Cronin, 2006), o la
perdida de rendimiento, ya sea mediante la velocidad o potencia (Willardson,
2006). En el entrenamiento de potencia tradicional (Sin contar otros métodos
estudiado como el cluster training o descanso
inter-repeticiones), se estipula que el tiempo óptimo de descanso está
entorno a los 4 minutos para asegurar una completa recuperación y poder
realizar las siguientes series minimizando la fatiga (Docherty et al.,
2004). Cuando comparamos un
entrenamiento tradicional de potencia (sin descanso entre series) con un
entrenamiento de cluster (descanso
entre repeticiones), encontramos un mantenimiento de la potencia muscular más
elevado en el entrenamiento con descanso (Haff et al., 2003). Si bien este tipo
de entrenamiento está justificado en deportes como halterofilia o power-lifting
donde el rendimiento deportivo se obtiene en una sola repetición, existen otro
tipo de deportes en los cuales existen saltos, fintas, cambios de ritmo,
placajes y lanzamientos bajo condiciones de fatiga y donde se debe tener la
capacidad de aplicar potencia muscular de manera continuada como son el tenis
(Fernández-Fernández et al., 2012)
fútbol, (Wong et al., 2010),
voleyball, (Newton, Rogers, Volek, Häkkinen and Kraemer, 2006)
balón-mano (Maddigan, Behm and Belfry, 2014; Marques, Van den Tillaar, Vescovi
and González-Badillo, 2007) baloncesto (Montgomeyr, Pyen and Minahan, 2010;
Santos and Janeira, 2008) rugby (Spinks,
Murphy, Spinks and Lockie, 2007) o wáter-polo (Veliz, Requena, Suarez-Arrones,
Newton, and Saez de Villareal, 2014).
Conclusiones
Como
principales conclusiones a la revisión sobre los aspectos más destacados a la
hora de desarrollar el entrenamiento de potencia, extraemos que:
1.
El entrenamiento al fallo reduce la velocidad de
ejecución entre repeticiones en comparación con un entrenamiento en el que se
incluya el carácter del esfuerzo.
2. El
entrenamiento de potencia máxima se “basa” en pocas repeticiones (3-6) a la
máxima velocidad posible para todos los ejercicios y un volumen de total de 3-5
series
3. Que
el tiempo de descanso entre series debe ser entre 3-4 minutos para garantizar
la correcta recuperación
4. Que
la metodología “cluster” es la más efectiva para mantener unos niveles óptimos
de potencia entre repeticiones y minimizar la fatiga.
Este artículo aparece publicado en https://mundoentrenamiento.com/optimiza-tu-entrenamiento-de-potencia/
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